jueves, 5 de diciembre de 2019

Palabras en el Cincuentenario del CUT. Intervención de Fco. Javier Díaz Revorio

Rector magnífico, distinguidas autoridades, queridos asistentes a este acto:

Se me convoca aquí como antiguo estudiante de Derecho del Centro Universitario de Toledo, en el quincuagésimo aniversario de su fundación. Desde luego, quisiera en primer lugar enfatizar la trascendencia social y cultural que esta iniciativa tuvo para nuestra provincia, sobre todo por la recuperación de los estudios universitarios, ya que la Universidad de Toledo había cerrado en el siglo XIX. Pero para no ser reiterativo, prefiero centrarme en las anécdotas y experiencias de aquella generación de estudiantes de Derecho. Si a otros les tocó vivir la apertura del Centro, a mí -¡que no soy tan viejo a pesar de cualquier apariencia!- me correspondió vivir su cierre, al menos en lo tocante a los estudios de Derecho y de otras titulaciones, ya que en el curso 1990/91 se incorporaron a la Universidad de Castilla-La Mancha. La verdad es que hablar de estos recuerdos cuesta, en la medida en que quedan realmente lejanos… uno ya supera también el medio siglo, y mi experiencia como estudiante del CUT data de hace más de tres décadas. Pero a poco que se hace el esfuerzo y se intenta dejar abierta la puerta de los recuerdos, estos van fluyendo lentamente hasta llenar mi mente… y puedo comprobar que la mayoría de ellos son enormemente gratos.



Probablemente, una parte de la satisfacción que provocan reside en la posibilidad, aunque solo sea momentánea, de sentirse de nuevo joven, y con ese espíritu -que ahora a mí mismo me sorprende- capaz de no preocuparse demasiado por un futuro que a la mayoría nos resultaba totalmente incierto, y nada fácil, teniendo en cuenta que en aquella época éramos un grupo bien numeroso, y no era probable que todos encontrásemos pronto una buena oportunidad profesional o laboral. Será la juventud, pero precisamente ante esa incertidumbre optamos por disfrutar de aquel presente feliz, sin grandes pretensiones, pero lleno de experiencias, de ilusiones, de oportunidades…

Para ser sincero, cuando en 1990 nos incorporaron a la UCLM, muchos tuvimos serias dudas de que ese nuevo proyecto implicase una mejoría… Hoy resulta manifiesto que sí la supuso. Aquel CUT, entrañable y familiar, también se caracterizaba por cierta modestia de medios que, vista desde hoy, resultaría más bien carencia, superada después no solo por la UCLM, sino también -obvio es decirlo- por los mismos avances tecnológicos. Es claro que entonces no había campus virtual, power points, ni internet para todos. Y en mi caso particular, durante los cuatro años que estuve en el CUT no tuve siquiera un PC, así que todos los trabajos los hacía con una vieja Olivetti. Tampoco se estilaban las presentaciones de curso, los saludos o recepciones de decano o director, y los catedráticos… eran gente que estaba en Madrid y tal vez venía un día a dar una conferencia. En cuanto a la metodología… consistía básicamente en tomar apuntes, luego más apuntes, y luego más apuntes. Para saber cuándo empezaba el curso, nos acercábamos a finales de septiembre un día a ver el panel de San Juan de la Penitencia…

Y con todo… no cabe negar la entrega de aquellos gestores y de aquellos profesores, muchos de los cuales sí llegaron a ser prestigiosos catedráticos y profesores, y a desempeñar funciones de importancia. Como Raúl Canosa, Consuelo Alonso, Teresa Martín, Eugenio Pérez, y tantos otros. Y cómo no mencionar también al inolvidable Alejandro Conde, que sin duda marcó para siempre nuestros recuerdos. Todos ellos fueron lo mejor de aquella etapa.

En cuanto a nosotros… en fin. Hay de todo. Hace pocos años un buen grupo de aquella generación ha recuperado el contacto, y hemos comprobado cómo las amistades de juventud suelen resistir intactas al tiempo. Eso sí, ¡ojo con las amistades! Porque alguno que yo me sé conoció en aquella etapa, merced a un inesperado cambio de turno, a la que es compañera de su vida durante ya más de tres décadas… Hay en aquella generación, claro está, abogados, jueces, fiscales, funcionarios, profesores… e incluso algún presidente de Comunidad Autónoma. Y tampoco faltan quienes, además o en lugar de la actividad jurídica, han destacado en la literaria o artística. Pero todo eso es secundario. Cuando nos encontramos, nadie es “nadie”, y todos juntos somos, únicamente, aquel grupo de amigos.

Quizá para la mayoría ha llegado el momento de intentar hacer en la vida lo que le gusta. Yo no puedo dejar de señalar que me siento enormemente afortunado de haber elegido la carrera docente e investigadora, pues no soy incapaz de imaginar otra actividad que me pudiera hacer más feliz. Claro que no es oro todo lo que reluce, y otras facetas de este trabajo no son tan gratificantes… pero el caso es que vamos sobreviviendo.

De lo que sí estoy seguro es de que toda aquella generación tiene algo en común: el CUT forma parte de nuestra biografía, de nuestros mejores recuerdos, y si somos lo que somos es en parte gracias a esa etapa, a aquellos profesores, a aquella inolvidable sede en San Juan de la Penitencia. Aquel Centro es hoy solo un recuerdo, pero la huella de la labor de quienes formaron parte de él perdurará durante generaciones.

Muchas gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario